16 octubre, 2006

LOS LABIOS DE LA MUJER AMADA


Los labios de la mujer amada son tersos, suaves por naturaleza ígnea, llamativos por su calidad de cómplices. Nos arropan de las tragedias, de la crueldad que se destila, del rubor del embeleso, de la soledad manifiesta; siempre con nuevos bríos abrevando en un roce distinto.

Va subiendo la temperatura en la calidez del juego secreto de nuestras lenguas, y los labios entornan la pasión de los que se entregan sin esperar nada a cambio; sólo nos regalamos el aliento vital que se trasmina en cada beso prolongado.

Muerde un labio a otro labio, y se desatan los intercambios de caricias apresadas. Nos devoramos amorosamente en cada suspiro y en cada grito ahogado. Nos afianzamos en el placer de estrecharnos mutuamente olvidando el mundo entero.

Nos besamos con la calma de quien no tiene mas nada que perder; con la gracia de quien alcanza una gloria que redime su existencia; con el ardor de quien vive cautivado por un par de labios, que comparten su afecto sin miramientos, con un guiño rotundo en la entrepierna.

Los labios de la mujer amada son el pan, el vino, el alimento del desamparado. Abre hacia mí tus brazos y oprime mi pecho. Tus labios, mujer amada, son el aliciente, que nos invita a seguir sin detenernos.

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