21 agosto, 2009

EVADIMOS LA SOLEDAD


Desde pequeños nos acostumbran a lidiar con ella, aunque no en todos los casos, y a veces no importa que tan acostumbrados estemos, nos resulta indignante en el fondo concebir la idea de quedarnos así, sin tener a alguien a nuestro lado que nos escuche cuando queremos quejarnos del mundo.


Es fiel compañera hasta que uno se aburre y termina por ahuyentarla o al menos evitarla lo más que esto sea posible. Es una sensación incómoda no saber cómo llenar ese vacío cuando se presenta, pues va más allá de sentirlo en el estómago o de llegar a palparlo con todo el cuerpo.


La mía por muy grande que sea, es una soledad acompañada, porque a través de los instantes congeniamos en el espacio para coexistir bajo el mismo tálamo de expectativas construidas.

Solos nacemos y venimos a poblar el orbe, así como solos morimos y nos vamos de la tierra para olvidar los malos tiempos. Eso dicen, sólo estamos de paso en la inmensa rueda giratoria del universo.

De forma inevitable, tratamos de fugarnos a un escenario alterno, buscamos a los otros y evadimos la soledad por medio de la comunión de las ideas que se propagan hasta ser un mismo mensaje, el cual nos unifica, tal como este que ahora lanzo para que llegue hasta la inmediatez de tu condescendiente mirada.


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