27 septiembre, 2006

DORADA ESPIRAL



Hoy, mientras divagaba cavilando insignificancias, llegó a mi mente la respuesta a uno de los mayores enigmas que ha desatado las discusiones más acaloradas y que encierran el verdadero fundamento del lenguaje.

Llegué, sin darme cuenta, a una conclusión reveladora. Sabemos que el mundo está hecho de palabras, pues gracias a ellas se hace posible el entendimiento y nuestro entorno encuentra un aparente significado. Pero aunque parezca imposible, la materia se conforma primero a través de los números.

Cada ser vivo y cada objeto inanimado están regidos por dicho precepto. Las hojas de los árboles, los ríos, las aves y las estrellas. Los terremotos, los hoyos negros y los depredadores. La cifra infinita de esa secuencia numérica representa el tiempo, a través del cual todos los elementos del universo, incluso los más difusos, guardan una lógica matemática cuyo tejido es único e irrepetible.

Luego entonces, caigo en cuenta de que en un principio fueron los números, y no la palabra, como se ha repetido litúrgicamente desde el umbral de las civilizaciones modernas.

Esa dorada espiral de símbolos, traducida en números, confluye en cada una de nuestras células; la tenemos tatuada en cada átomo y nos valemos de las palabras, dadoras de sentido, para acercarnos a ese referente que mide absolutamente todo lo que nos rodea.

Para el escritor es difícil concebirlo de esta forma y en sus oídos suena a herejía, pero sin duda, ese es el único origen del que sus obsesivas preguntas pueden rescatar una respuesta meritoria.


No hay comentarios.:

Related Posts with Thumbnails