28 julio, 2008

EL COLIBRÍ



Es raro verlo en reposo absoluto; la mayoría de las veces sólo se le puede admirar como un destello relampagueante. En aquellos breves instantes en que se cruza frente a la mirada absorta de quien lo observa, su continuo aleteo lo hace parecer sumamente perfecto.

Tiene la rapidez de una centella surcando el cielo despejado. Su vuelo es tan veloz que los ojos apenas logran apreciarlo mientras sacude sus pequeñísimas alas.

Aunque a lo lejos supone ser insignificante, es una obra maestra de la sabia naturaleza. Su corazón minúsculo, late aún con mayor acierto que su fugaz silueta; es como una prodigiosa maquinaria de ecos infinitos.

Los rayos del sol se ven reflejados en el colorido intenso de su plumaje. Es dueño de un instinto radiante y de una vivaz hermosura. Por lo regular es un pajarillo solitario, pero de vez en cuando se deja acompañar por otro de los suyos.

Al llegar las primeras señales del ocaso invernal, avanza por los senderos de verdor hasta localizar los capullos amarillos que comienzan a florecer. Tiene el pico alargado como una aguja muy fina; con ella, bebe el dulce néctar de las flores que le gustan.

A través del tiempo, ha sido venerado por los seres humanos e incluso, hay algunos que están convencidos de que representa el amor incondicional de la persona más querida.


Difícil de atrapar, el colibrí es para ellos como una preciada joya que tan sólo se esfuma dejándoles en el semblante los vestigios de la fascinación.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

linda descripcion del colibri me encanto como te kedo mis felicitaciones es padrisimo, besos y abrazos cris

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