Érase una vez la historia de las ausencias, de los que ahora ya no están, pero que en algún lugar del mundo siguen existiendo.
Los objetos le decían cosas acerca de ella, y las escuchaba como si fueran ciertas; serían acaso verdades las que le contaban o tan sólo era su imaginación la que lo hacía pensar que ella estaba allí, en esos brazos maltrechos, en esos labios yertos, en la esfera de esa fuerza creadora que los locos llaman amor.
Si vuelve un día, ella se acordará de esa historia, tan llena siempre de las ausencias, y si esto sucede, no la dejará morir indefensa en el cúmulo de los momentos menos valederos.
Los objetos le decían cosas acerca de ella, y las escuchaba como si fueran ciertas; serían acaso verdades las que le contaban o tan sólo era su imaginación la que lo hacía pensar que ella estaba allí, en esos brazos maltrechos, en esos labios yertos, en la esfera de esa fuerza creadora que los locos llaman amor.
Si vuelve un día, ella se acordará de esa historia, tan llena siempre de las ausencias, y si esto sucede, no la dejará morir indefensa en el cúmulo de los momentos menos valederos.
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