Ante los ojos de los demás,
pareciera que surgen de la nada,
las huellas dolosas que se van traduciendo
en voluntades evidenciadas.
Cuando la avidez de tu boca
se aferra a mi cuello capturado,
sólo mis ruegos prevalecen bajo el goce
de tus mordiscos despiadados.
Cómplice de una pasión incesante,
van saliendo marcas violáceas
y un indecible palpitar se extiende
sobre mi piel amoratada.
Placenteras muestras que me deleitan,
sin saber bien a bien cómo ni cuándo,
son esos tatuajes los que delatan,
el ímpetu de un cariño desenfrenado.
Intentas calmar tu sed como en un ritual
con la sangre ofrendada,
en el atrevimiento de hacerme tuyo,
la entrega fiel queda sellada.
Vuelves a succionar desde la garganta,
dejando mi pecho completamente transformado
y nuestros instintos más profundos cohabitan,
en el juego indiscreto de los enamorados.